La vejez es una situación que requiere, aparte de la tan expresada compasión de los demás, una respuesta familiar y un auxilio público. Entre un abuelo inmovilizado en una silla de ruedas y un abuelo que cuida de los nietos y ha encontrado una infinidad de ocupaciones que le llenan su jornada hay un mundo de diferencias. Y resultan tan convincentes quienes necesitan a sus mayores como quienes hablan de ellos como una pesada carga.
El drama mayor es el del “viejo” que no puede sobrevivir sin ayuda. En cierta forma, la misma sociedad lo expulsa como improductivo olvidando su largo y laborioso pasado. Y el propio sujeto puede interiorizar un erróneo sentimiento de culpa. El “ya no sirvo para nada” es más mortífero que todas las enfermedades que le rondan.
A este triste horizonte se la añade el problema con los familiares que deben cuidar a la persona anciana. La decisión entre los cuidados domésticos o el internamiento está sometida a tantos factores personales que no admite elogios o condenas fáciles. Es lógico pensar que el destierro del ámbito familiar siempre será menos deseable que el cuidado familiar. Curiosamente, mientras se ha desarrollado una importante industria para atender el ocio de la llamada tercera edad, no ha habido tanto desarrollo de la industria asistencial. Las administraciones públicas parecen más interesadas en aumentar la felicidad de aquellos ancianos que ya son felices, con viajes, fiestas, excursiones, etc., que en aliviar las penas de aquéllos que sufren en sus casas o residencias.
Siembre habrá algún desalmado o egoísta que lleve a sus mayores a una residencia no para que sean mejor atendidos y sufran menos, sino para olvidarse de que existen; pero normalmente esta decisión se toma por la imposibilidad de una buena organización familiar que permita el cuidado apropiado que requiere el enfermo.
En otros países se ha descubierto que es más rentable subvencionar el cuidado casero del enfermo que poner en marcha toda la maquinaria hospitalaria para ingresar al enfermo. Pero España aún no parece entender que la ayuda pública a la tutela familiar, aparte de ser menos cara, es más terapéutica y más satisfactoria para el anciano.
Pero existen también aquellos hombres y mujeres que se llaman viejos y lo hacen con orgullo, rechazan la calificación de tercera edad y piensan que no tiene sentido tratar de anciana a una dama de sesenta años. Según ellos “viejo” es una palabra que hay que dejar de utilizar para referirse a las persona con cierta edad pues consideran que aún pueden vivir una vida placentera y con entusiasmo.
Muchos de ellos quieren vivir solos porque les resulta mas cómodo, otros ayudan, cuidando a sus nietos, para facilitar las cosas a sus hijos; algunos colaboran con tareas humanitarias, etc. Pero sobre todo es el interés por las cosas y la vida lo que mantiene activos física y mentalmente a los mayores y lo que les hace participar, gozar, sufrir, indignarse y reír con el mundo y entorno inmediato. Para viejos y jóvenes la mejor receta de lucidez es el interés por la vida.
2 comentarios:
raquel? yo Queria saber tu opinion sobre mi tema principal del texto Que he hecho,este es:
el tema principal del texto son los abuelos en general, ya que en el texto nos esta dando a entender dos tipos de abuelos, unos que necesitan ayuda porque no puede valerse por si mismo y otros que ayudan a la familia en tareas domesticas.
nose si es mui largo, si esta mal o si nada mas que escribir hasta la primera coma es suficiente.
El tema principal de un texto debe ocupar no más de una oración de una línea. Hazlo más general. No hace falta que precises tanto.
Publicar un comentario